lunes, 20 de septiembre de 2010

LABORDETA

Al compañero, al amigo, al cercano y entrañable profesor, a uno de los cantautores favoritos de mi juventud adolescente, al que mandó a la mierda a esa derechona que impide hablar a los demócratas con sus broncas permanentes en los hemiciclos de la palabra, a los que llamó gilipollas por afirmar hipócritamente ser valuarte de esta democracia nuestra a la que impiden permanentemente su desarrollo constitucional y la memoria.

Al aventurero con macuto a la espalda y bastón, que nos enseñó cada rincón de España, mostrándonos las múltiples zonas, sus mejores rincones, lo mejor de sus gentes, de sus costumbres de la forma de afrontar la vida. Dándonos razón a la existencia de este País desde las diferencias existentes entre los hermosos territorios que la conforman y que legitiman que la pluralidad y ese ser diferente de cada uno, nos une y nos procura un rol identitario incuestionable y nos aleja del uniformismo reaccionario.

Al hombre de izquierdas que nunca ocultó, ni se avergonzó de su puño en alto….. a cada ritmo, a cada sonido bronco de su voz, a cada expresión, a cada palabra, indicándonos siempre, recordándonos eternamente que ese símbolo significa trabajadores del mundo unidos. A ese hombre que gustaba de hablar con las gentes, de relacionarse con ella para así seguir aprendiendo, seguir conociendo de sus necesidades y para poder llevar a su música, a sus versos, la reivindicación de los más débiles, de aquellos que no tienen la palabra porque los ricos se las desmerece o se las quita.

Al político que no claudicó, que no se derrumbó nunca, que entendió que esa palabra, proveniente del griego TTOÀIÇ (polis=ciudad) fue dejada dicha para que comprendiéramos que todos los que se dedican a la noble y voluntaria política, lo hacen por y para los ciudadanos y lo deben hacer siempre alejados de los postulados egoístas e individualistas de aquellos elementos conservadores que sólo buscan su propio beneficio.

Al cantautor que cantó a la Libertad, convirtiendo una hermosa canción en un verdadero himno, digno de ser considerado para esa, su tierra, Aragón y que dedicó una parte muy importante de su vida a la lírica demostrativa de la belleza de las palabras por boca de un aragonés que muestra los sentimientos de aquellos a los que se le niega la versificación del dolor y la pasión de sus circunstancias.

Al niño libertario que siempre fue y cuya atención la fijó en la hermosura de su entorno rural, a los sentimientos de paz y de prosperidad de una humanidad necesitada de ella, y cuya personalidad quedó prendada en la defensa de lo bueno y lo justo, de lo noble y lo correcto, del ejemplo con su ejemplo de comportamiento social, conforme a los ideales de Libertad que consideraba necesario para elevar al máximo exponente la dignidad de los hombres y mujeres de este Planeta, llamado Tierra.

A José Antonio Labordeta un hombre sencillamente bueno le dedico este soneto al que un admirador suyo me ha permitido publicar.

A LA MIERDA

Al brasseniano Labordeta que ama
La vida y desespera a la muerte
Por su desafío y afilada suerte
Contra la canalla facha que mama

Del sencillo Ser que no tiene fama,
Pero que gusta de oír, sentir y verte
Cantar a la Libertad, contra el fuerte.
Al poeta que sustenta la rama

Mientras nos enseña que la dignidad
Ha de ser amada y defendida,
Sustentada y llevada a la eternidad

Planetaria por bandera querida.
Quedará latente tu espontaneidad
Por el honor de la ida referida.

U.G

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