jueves, 17 de junio de 2010

El Verdial un valor humanista



Los Verdiales, fiesta, arte milenario, conservado en su estado más puro gracias a la protección que le dispensaron, durante siglos, nuestra peculiar orografía malagueña y sobre todo las gentes que habitaban sus montes.

Esta Fiesta, como la llaman los entendidos en la materia, forma parte de nuestra cultura y patrimonio malagueño, motivo por el cual, todos y cada uno de los que habitamos esta noble ciudad, tenemos un compromiso para con ella, especialmente sus Instituciones y muy particularmente, el Excmo. Ayuntamiento de Málaga.

La gran apertura que supuso el que todo nuestro entorno geográfico se abriera a la ciudad y al mundo, gracias a las infraestructuras de carreteras y transportes fundamentalmente, han hecho que podamos conocer, con más precisión, los cantes y bailes verdialeros y podamos admirar su música y peculiaridad artística, tan puramente conservada. Pero, del mismo modo, se ve amenazada por la incomprensión, las influencias negativas que supone el abandono del entorno que le vio nacer, la falta de escuelas y de promoción del arte del verdial.

El Gobierno conservador de Málaga, no cree en los verdiales, tan es así que una de las primeras medidas que tomaron cuando asumieron el Poder, fue la de acabar con una fiesta multitudinaria que se celebraba todos los años en el Puerto de la Torre, en los albores de su Feria. Esta manifestación cultural llegó a congregar a más de tres mil personas, cada año. Acabaron con ella, creando nuevas asociaciones, rodeándose de personas que no sabían de esto y convocando, a su vez, nuevos actos (no lo podemos llamar Fiestas) con la displicencia de las gentes que han nacido, que entienden, creen, les gusta y se dedican a su fomento. A toda esta sarta de incomprensiones hay que poner sobre la mesa que la ignorancia del P.P. en el Exmo. Ayuntamiento de Málaga, les lleva al desarraigo permanente de la Fiesta, es decir, ésta no es nada fuera de los montes y campos en el que nació y se preservó, de ahí que la permanente manía de llevársela a la Feria de Málaga o a cualquier otro lugar de la urbe malagueña, no hace más que contribuir a su descomposición.

Recientemente hubo una reunión de la Asociación Verdialera “Amigos de la Torre” con Alcaldes de Pandas y fiesteros en la que se puso de manifiesto la preocupación de sus hombres y mujeres por el deterioro que va sufriendo su arte y dejaron claro la reivindicación, ya antigua, de: más y mejor formación de los nuevos valores, un definitivo y estable lugar dónde celebrar la Fiesta Mayor de Verdiales, que por cierto, todos situaban en la zona del Puerto de la Torre -los Verdiales y dónde se podrían celebrar más eventos fiesteros, como la Rifa, acontecimiento histórico del verdial, que ya prácticamente se ha perdido, por la desidia de la administración municipal. Quedó patente el descontento por los comportamientos conniventes, de los montajes asociativos, que se autoerigen la representación de las Pandas de Verdiales, con una administración, que no gustan de los verdiales y que sobre todo no reconoce su historia.

Cuando un malagueño defiende el Verdial, no sólo está defendiendo unos cantes y unos bailes. Es importante entender que tras ellos hay, a decir de los estudiosos, un modus vivendi que nos retrotrae a más de mil años. Los verdiales, junto con la churripampa y los cantes de la trilla, representaban la puesta en escena, la demanda, la declaración amorosa, la exposición de unos usos y costumbres que caracterizaron durante siglos, a los malagueños de nuestros montes. Hay puesto en este arte, mucho de sentimientos, de anhelos, de alegrías y penas. En los verdiales sentimos cómo y cuanto se trabajaba, cómo las mujeres andaban de colina en colina hasta llegar al río, arroyuelo o pozo más cercano a lavar la ropa, para volver sobre sus pasos al hogar, cómo los hombres y los niños trabajaban la tierra de Sol a Sol o cuidaban el ganado. Todo un mundo de sabores, olores y colores que no pueden dejarse al albur del desarrollismo que todo lo olvida.

Potenciar nuestra cultura es una responsabilidad de todos y todas, por ello, los políticos, muy en especial los que gobiernan, tenemos, tienen, la obligación de trabajar incansablemente, teniendo en cuenta siempre, que a más cultura más educación en valores y que ello redundará en el bienestar de una sociedad, muy necesitada, de comportamientos solidarios, justos y fraternalmente humanos.

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