sábado, 16 de octubre de 2010

HACIA UN NUEVO RUMBO

Una reflexión personal invita a un locuaz e interesante debate entre amigos y/o compañeros de un mismo, u otro proyecto global. Pero cabría preguntarse: ¿Se reflexiona o se hace partícipe de las reflexiones que de forma individual tenemos con otras personas o si bien así lo hacemos sirve de algo la coparticipación, tal como la podemos estar llevando hasta ahora?

La verdad sea dicha, el mundo en general no marcha nada bien. Se que esto se puede discutir, pero permítaseme poner un solo dato sobre la mesa, que podemos obtener de Organismos Internacionales y que está reflejado en los medios de comunicación mundial y es que “los ricos aumentan exponencialmente a como lo hacen los pobres”. Bien, dicho esto de esta manera, tendría que servir para que en nuestros análisis políticos y sociales, desde una óptica de progreso, estuviésemos de acuerdo en que algo falla en el Planeta Tierra.

Un segundo dato, que parece ya nadie discute, es que la representación progresista existente en los diferentes estamentos que conforman Europa o el resto de continentes, está desaparecida, o lo que es peor, abducida por un sistema de valores que en nada tienen que ver con aquellos que pretenden hacer avanzar el Estado Democrático y de Derecho y por tanto el Bienestar de los diferentes países que conforman el Globo Terráqueo y que en nuestro caso ha sido la bandera que hemos enarbolado para ejemplo de buen gobierno planetario.

Dos importantísimas cuestiones que nos tendrían que llamar, no sólo a la inquietud personal y humana, sino a nuestra movilización intelectual en busca de una solución que ponga freno a los despropósitos del individualismo y el egoísmo de aquellos que son los responsables de esta terrible crisis económica que nos asola y que tienen la desvergüenza de afirmar que la solución pasa por más trabajo y menos salario, sin autocrítica y sin mostrar ningún ápice de sacrificio por su parte, sino todo lo contrario, reteniendo sus grandes fortunas y evitando el movimiento del dinero, hasta que, probablemente se liberen de esos activos (tierra y ladrillos fundamentalmente) que les estorba para mejores negocios.

Javier Solana, Felipe González, en los últimos meses han manifestado muy claramente que tenemos un gran problema de Liderazgo mundial y muy fundamentalmente en Europa, lo que está propiciando el avance de los gobiernos de derechas y lo que es mucho peor, de extrema derecha.

Las libertades, los derechos ciudadanos, están siendo limitados en aras de acabar con un peligro supuestamente mayor, venido del exterior….cuando no del interior y me explico: los representantes de la involución dirigen nuestra opinión y movilización contra los ciudadanos pobres o extremadamente pobres de otros países que se instalan en el nuestro a fin de encontrar una vida mejor, pero también, se utiliza la confrontación con los de la misma nacionalidad, ejemplo de primer orden es España, dónde el P.P. presenta, a menudo como problema de los ciudadanos: los catalanes, los vascos, los andaluces, los extremeños, los castellanos manchegos, etc. A todos se les busca su San Benito, pero obsérvese, que esa desviación de la mirada conservadora va siempre dirigida hacia los mismos, o al menos, a quién le afecta, es a las capas de la sociedad más modesta. Mientras tantos los causantes de nuestras desgracias, aquellos incompetentes y malos gestores del dinero mundial, pasan de rosita sin que nadie fije en ellos la mirada. El problema es, son, somos, aquellos que mayoritariamente conformamos una sociedad y que nos encuadramos en la denominación financiera, de no ricos.

Es curioso, porque nos pasamos grandes horas buscando determinar qué es clase trabajadora y hasta dónde ésta llega a ser de status medio, todo ello en una utilización torticera de esa noble ciencia, la Sociología. Tal es el ridículo intelectual, que empezamos a considerar que los intereses de ellos y de aquellos que acaudalan las grandes fortunas, son los mismos.

Siempre he pensado que una sociedad marcha con dirigentes y partidos capaces. No he creído nunca en que los movimientos espontáneos lleguen a buen puerto sin la ayuda de una mínima organización política y ciertamente los tiempos cambian, los momentos políticos cambian y las personas asumen su momento histórico en unas condiciones diferentes a cómo lo fueron en el pasado. Es verdad que muchos de los problemas persisten en el tiempo y que a ellos tenemos que seguir empleándonos, pues el fondo de la cuestión, el de la desigualdad, continúa, pues es la esencia del sistema capitalista.

Creo que empieza a ser necesario una revisión de los postulados progresistas, adaptados al mundo en el que vivimos y a las circunstancias políticas y sociales que se están dado y estoy convencida de que esa revisión pasa por la Generosidad de los librepensadores que estén dispuestos a liderar un nuevo rumbo mundial y desde luego ha de continuar siendo Europa, el continente que ha de servir de modelo, de ejemplo movilizador y sobre todo de exportador de los valores democráticos al resto del Planeta.

La Internacional Socialista tiene que empezar a dar muestras a la ciudadanía, de que hay otra forma de hacer política y que ésta, desde luego, pasa por los valores de la Libertad, la tolerancia, la igualdad, la justicia social, la solidaridad y la mayor participación democrática de los ciudadanos en las decisiones que les preocupan, importan y les afectan.

La izquierda mundial ha de plantearse un nuevo modelo de organización política y social que permita no sólo, que los avances de la Revolución Tecnológica, llegue a todos los rincones, sino que además permita que la palabra entre representantes y representados pueda ser más cercana, directa, transparente y honesta. No me refiero al mayor acercamiento parlamentario, sino al de las organizaciones de bases, que han de servir para, llevar la palabra y la explicaciones de lo que se hace, a todos los ciudadanos, esperando de ellos respuestas que corrijan los desequilibrios que se producen en la sociedad moderna actual.

En definitiva el desarrollo y avance de los postulados democráticos que han de ser llevados hasta el tuétano de nuestras decisiones, han de ser ejemplo ante las gentes que nos ven y nos conocen pues ellos han debido ser copartícipes primordiales de las mismas.

El siglo XXI ha de ser ese espacio-tiempo para los cambios profundos en las convicciones democráticas y en la concepción que tenemos de la propia democracia, de forma y manera que nos sirva para el establecimiento de los grandes avances del futuro, rechazando radicalmente que la solución pase por su limitación y no por el acercamiento institucional, incluidos los partidos políticos, sindicatos, asociaciones, etc. al común de las personas, permitiéndoles que toda decisión salga con el refrendo, la comprensión o simplemente el entendimiento de aquellos a quienes va destinadas.

Más participación, más consenso, es también más Estado.