viernes, 11 de marzo de 2011

SEGUIRÉ CAMINANDO

Tenía quince años y no me podía contener la ira contra aquellos que oscurecían los cielos de este País…….digo bien ¡los cielos! Pues en España, en Andalucía y en Málaga, más concretamente, hay varios. Unos brillan con el color de la vida, otros con el azul de nuestros mares y océanos y ese otro con el color de la incertidumbre más oscura……….a unos y a otros les he observado, les he estudiado y también les he combatido.

He conocido la noche, muchas noches, demasiadas, también la luz del amanecer y el transcurrir rápido, muy rápido del día, para volver, una y otra vez a la noche…….y los tiempos han pasado con la velocidad de los vientos a impulsos meteóricos del no parecer avanzar y siento encontrarme anclada en la tempranía de los tiempos con el mismo sonrojo que a mi corta edad tenía; más ya no llega a ser ira, a pesar de sentir la amenaza de la oscuridad, que parece no querer irse y aparece y reaparece cual río, famoso, español.

Es verdad, la espesura del oscuro color está blanqueada por el de la hermosa esperanza y es cierto que ésta se encuentra siempre, llamando a las puertas de nuestras casas, pero los nudillos con los que golpean la misma, ocasionan un ruido duro, sordo y en cierto modo, tenebroso. Es la contradicción del pensamiento analítico que nos hace tener el convencimiento de que la belleza está junto a nosotros, disfrazada del horror decadente de la desesperación. En un esfuerzo sobre humano me rehago y saco de dentro de mí, ese ardor, esa fuerza, esa rebeldía de los años del convencimiento y del amor, pero me dura poco, me he vuelto realista, ¡Ah! Que horror y congojo me provoca esa palabra, la misma que induce al común de los mortales al aislamiento pragmático y al desaliento metafísico, ¡No! He de decir ¡No! He de seguir buscando la verdad relativa y el pluralismo de los que piensan y ven el mundo como un ente multicolor, solidario y libre, sobre todo, libre y lo quiere para todos los ciudadanos del mundo.

Pero, en un haz de dolorosa banalidad, he afirmado, sí, me he atrevido a afirmar que hay varios firmamentos, sin darme cuenta que, al mencionarlos, vienen a mi, imágenes bellas, no sólo por lo que significan y te imaginas, sino porque bajo ese brillar de estrellas y maravillosa claridad, están sus gentes y sus hermosas tierras. Todos ellos, fuentes de una cultura común, diversa y plural, conforman esa verdad relativa a la que hacía mención y merecen que desde la absoluta y desgraciada verdad, les oigamos, para, juntos, huir de la mediocridad y del desaliento casposo que representa aquella sinrazón de la noche de los tiempos oscuros.

Málaga, Andalucía, España y la humanidad necesitan de un cambio…….pero este ha de venir, rompiendo, a decir de Felipe González, con esa concepción global del mundo en el que vivimos, de ser un gran casino y retomando la cultura del pensamiento motor libre, que acabe con el aislamiento y la esclavitud a la que nos tienen sometida las formas y modos que al más burdo estilo del “Gran Hermano” nos encierra en una burbuja cuya transparencia oculta la realidad del mundo que nos rodea. Igualmente la solidaridad tiene que estar instalada en nuestras vidas y por ende en nuestras sociedades, sólo los progresistas serían capaces de hacer comprender que su práctica, ennoblece, cual ejercicio físico e intelectual engrandece a las personas. Una sociedad insolidaria es aquella que ha perdido su capacidad para mejorar. La igualdad y la justicia social no pueden ser dejadas de lado, al albur del manoseo conservador, pues lejos de incentivarlas las dejan vacías de contenido y tergiversan su auténtico significado, llegando a la desvergüenza de presentárnosla como la gran mentira de la izquierda. Sin Derechos nuestro País queda en mano de la desregulación, es decir del más negro e inhumano corazón: del mercado. Por tanto, pongamos algo de sangre y generosidad y combatamos al dolor materialista del frío y calculador dinero.

Sigo, seguiré poniéndole pasión a la cosa pública, a la gente, a la vida y al modo de compartirla socialmente, pues no puede y no debe ser de otra manera, trabajar por la paz y la esperanza y hacerlo juntos me seduce más que la ramplonería economicista de aquellos que sólo piensan en pensar, lo que piensan y cómo piensan los que nada quieren pensar para los demás.

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